Desde que el empresario, inversor y magnate sudafricano Elon Musk privatizó Twitter por 44.000 millones de dólares (36.000 millones de libras esterlinas), el debate en torno a la plataforma de redes sociales ha sido mordaz.
Se generó una angustia considerable sobre la dirección que Musk ha estado tomando para la compañía y su posible retroceso en las promesas iniciales sobre la libertad de expresión.
La adquisición de Musk pareció causar mucho daño financiero a la empresa, y muchos anunciantes se retiraron. Aunque Musk afirma que Twitter ya no está en el "carril rápido hacia la bancarrota", yo diría que ni el modelo de propiedad anterior ni el actual parecen capaces de ganar mucho dinero o beneficiar a la sociedad.
Lo que sigue es una propuesta que haría que Twitter fuera más sostenible financieramente y lo llevaría de regreso al discurso abierto, dentro de ciertos límites.
Eliminaría muchos de los problemas relacionados con las cuentas anónimas y de bots y permitiría a Musk recuperar al menos una cantidad sustancial de su inversión.