Para muchos argentinos, el plantel que capitanea Lionel Messi ha alzado la tercera Copa del Mundo gracias a Diego Armando Maradona o, al menos, eso dicen los fieles de su dios del fútbol, mientras quedan afónicos por la euforia de volver a ser campeones luego de 36 años sin alegrías.
Un chalet de dos pisos con patio y piscina en el barrio porteño de Devoto podría significar un clásico hogar de la clase media para una familia tipo, pero desde hace un mes se transformó en un “paraíso”.
Se trata de la misma casa que habitó ‘el Diego’, durante sus años dorados por el Boca Juniors en la década de los 80, donde cientos de fanáticos se reunieron allí para ver el capítulo final de una historia que quedará guardada en sus retinas para toda su vida.
Los nuevos dueños la mantienen casi igual a como la tenía la familia Maradona en aquellas épocas, aunque con la particularidad de que abrieron sus puertas para que la afición recorra sus pasillos, cante las glorias pasadas y viva las actuales.
Cada jugada, cada gol, cada atajada hasta el pitido final era un canto de júbilo o tristeza según acompañara el caso. Cánticos, música, pantallas gigantes y, por supuesto, asado; sin embargo, todos estaban de acuerdo en que alguien más los acompañó en ese domicilio transformado en mini-estadio de fútbol.
“Sabía que ganábamos porque estamos en las manos del Diego. ¡Él nos abrió la puerta de su paraíso, porque sabía que Messi nos traía la copa, que está tocado por su mano!”, aseguró a EFE María Amarilla.
María no esperaba que se cumplieran “dos de sus sueños” en un día: por un lado, entrar en la casa de Maradona y, por otro, “ver a la Argentina campeón”. “La copa la mandó Diego, que sacrificó toda su vida entera por el fútbol y más que eso no se le puede pedir a la vida”, agregó.