El 14 de diciembre de 1476 fallecía en Transilvania el auténtico conde Drácula, Vlad "El Empalador" (Vlad Tepes en rumano), un príncipe sádico que vivió en el siglo XV y "se ganó " ese apodo por su afición a clavar a sus enemigos en estacas.
Hay quienes sostienen que es en ese personaje histórico, habitante de Valaquia (que junto con Moldavia y Transilvania constituyó el reino de Rumanía), se habría inspirado Bram Stoker (Dublib, 1847-1912) para crear su famosa criatura de ficción, el vampiro más famoso de todos los tiempos y que dio lugar a una larga lista de versiones en cine, cómics y teatro.
Para escribir su célebre novela Drácula, publicada en el año 1897 y traducida a más de 50 lenguas, y engendrar a esta criatura memorable, Stoker fue asesorado por un erudito en temas orientales, el profesor húngaro Hermann (Arminius) Vámbéry, que se habría reunido con el escritor para comentarle las peripecias del verdadero Drácula.
Dueño de una moral ambigua, Vlad Tepes fue un héroe en su tierra, por la resistencia feroz que opuso al avance de los otomanos, aunque era extremadamente cruel con sus enemigos, a los que condenaba a la pena capital de empalamiento.
Todo habría comenzado, aseguran los historiadores, cuando, en 1444, el padre de Vlad se vio obligado a entregar a dos de sus tres hijos como rehenes : el mencionado Vlad, de 13 años, y su hermano Radu, quienes fueron trasladados a Estambul por generales del imperio otomano.
A su regreso a casa, el joven Drácula ("Drácula" en rumano significa ‘demonio’) descubrió que su padre había muerto apaleado y que su hermano Mircea, el único que no fue capturado como rehén por los otomanos, había sido quemado y enterrado vivo.
Como venganza, Vlad se convirtió en "El Empalador", decidido a sembrar el terror en el pueblo en que sus familiares habían sido traicionados.