El imputado tenía pendiente el juicio, cuando los demás miembros de la banda fueron condenados, no había sido capturado por las autoridades. Una de las víctimas se tomó unos segundos para despedirse de su pequeño hijo a quien lo abrazó por última vez, le dio un beso y persignó.
A 225 años de prisión fue condenado David Ernesto Alvarenga Meléndez, por haber participado en la masacre de nueve personas en un predio de furgones ubicado en el caserío Milagro de La Roca, del cantón Primavera de Quezaltepeque. En la vista pública el Juzgado Especializado de Sentencia C de San Salvador, lo encontró responsable de los nueve homicidios agravados, según confirmó la Fiscalía General de la República.
«El hecho ocurrió el 30 de marzo del 2015, fue conocido en su momento como la masacre en Quezaltepeque ya que fue en un predio utilizado como parqueo de cabezales y furgones ubicado en la Carretera Panamericana donde se ubicaron nueve cadáveres», explicó la fiscal del caso. En el juicio se conoció que el móvil del múltiple crimen fue por rencillas entre dos d bandas de crimen organizado dedicadas al narcotráfico y robo de mercadería.
En este expediente el mismo juzgado condeno el 6 de junio del año 2018 a 12 imputados a penas de cuatro y 252 años, por los nueve homicidios, siete casos de robo agravado, dos intentos de robos agravados. El testigo criteriado clave Montes, dijo que la masacre no estaba prevista por los cabecillas de las bandas, ya que el plan era asesinar a Ramón Alfredo Alemán, mejor conocido como «Moncho» porque los había traicionado con la banda de narcotraficantes Los Cacerolas de Metapán.
«Moncho», era miembro de la banda El Tigre, alias del cabecilla de esa estructura, identificado como Juan José Urbina Hércules, quien trabajaba con la banda El Choco, denominada así porque es el alias de Adonay Lemus Sánchez.
Ambos cabecillas se reunieron en tres ocasiones en el Lago de Coatepeque con todos los miembros de las dos bandas para distribuirse funciones y ejecutar el hecho.
El 30 de marzo de 2015, al menos 20 integrantes de las dos estructuras llegaron al predio donde “Moncho” tenía una venta de repuestos de vehículos y reparación de furgones para asesinarlo, pero cuando ya estaban en lugar comenzaron a llegar clientes a quienes inmovilizaron y llevaron a una oficina, durante tres horas los comenzaron a ejecutar uno a uno, «Montes», declaró que ocho de las víctimas fueron asesinadas porque casualmente llegaron al predio, no tenían nada que ver con las bandas, pero no querían dejar testigos
Entre esas víctimas están Marcos Wilfredo Cárcamo, quien llegó junto a su compañera de vida Berta Luz Cárcamo y su hijo de cinco años a guardar un furgón, ya que el 31 del mismo mes iban a salir, pero solo iban a llevarse el cabezal.
El testigo criteriado, informó que uno de los miembros de la banda de El Choco, bajó del automotor a la pareja pero Berta, antes de ser llevada a la oficina donde estaban todas las personas que iban ser ejecutadas tuvo tiempo para despedirse de su pequeño hijo a quien lo abrazó por última vez, le dio un beso y persignó.