En la casa de mis padres, hay un pasillo que conecta a las habitaciones, no es muy ancho ni muy largo, de hecho justo en una de las paredes hay un clóset con sus respectivas puertas que siempre están cerradas; cuando me levantaba para ir a la escuela a las 7am forzosamente tenía que pasar por ese pasillo para ir a preparar mi desayuno y arreglarme frente al espejo del baño...
No saben el terror que me daba, normalmente, aunque ya estuviera despierta esperaba a que mi papá fuera a "despertarme" para que el prendiera las luces, yo nunca decía nada sobre mi miedo porque muy dentro de mi quería creer que solo alucinaba, lo cierto es que había días en que ya que estaba del otro lado del pasillo y tenía que regresar a mi habitación por alguna razón o simplemente volteaba a la oscuridad, veía un par de niñas, más bien, una jóven y una niña, la mayor vestía completamente de negro y la pequeña de blanco, ambas con vestidos largos y velos y por supuesto que caras muy pálidas, solo una vez logré ver tantos detalles, normalmente veía solo humo negro muy alto o una mancha blanca, y me causaba escalofríos, luego de un tiempo, cuando entré a la universidad y tenía que levantarme a las 5:30am (que por supuesto seguía esperando a mi papá a que prendiera las luces), se me salió contarle a mi hermana sobre esto en una sobremesa, y coicidimos en varias cosas: era una jovencita de negro y se aparecía regularmente; mi mamá nos escuchó platicar y nos dijo "¿No lo habían notado? Hay una hora del día, por la tarde, que se asoma por el pasillo" las dos nos quedamos petrificadas, hasta ese momento teníamos la esperanza de que solo alucináramos, le preguntamos mas cosas pero no quiso decir mas, nos pareció demasiada coincidencia y eso fue lo terrorifico. Llámenme paranoica pero aún ahora cuando paso por ese pasillo se me ponen los nervios de punta. ---
Cuando iba en la secundaria, tenía un grupo de amigos con los que me encantaba intercambiar historias de terror, fueran ciertas o no, nos encantaba ponernos en círculo a contar historias que nos encontrábamos por Internet o leyendas que nos contaban o incluso cosas que nos pasaban, y aunque yo era muy miedosa me encantaba, y una vez leí sobre una niña que su perro dormía al lado de su cama, en el piso, todas las noches, a cierta hora de la noche bajaba la mano para que él la lamiera y saber que seguía ahí, una noche hizo lo mismo y al despertar el perro estaba muerto, según las investigaciones el perro había fallecido antes de que la niña bajara la mano como de costumbre, entonces ¿quién lamió su mano? El monstruo de debajo de la cama. Desde que leí esa historia los monstruos de mi infancia volvieron y no me dejaban conciliar el sueño, todas las sombras en la noche me aterraban, no quería ni moverme para hablarle a mi hermana (con la que en aquel entonces compartía la habitación), no me salía la voz cuando quería susurrarle que despertara porque hasta creía que si hablaba o gritaba me escucharían y vendrían por mi , pero todo acababa cuando por fin me vencía el sueño y me quedaba dormida, pero debo decir que podían pasar horas, y claro que, a la mañana siguiente despertaba muy molida y cansada.