El padre de un joven de 18 años oriundo de Soriano denuncio que intentaron matar a su hijo porque lo confundieron con un ladrón porque llevaba gorro.
El hecho ocurrió en Punta del Este y ha tenido repercusión a nivel nacional, poniendo de relieve nuevamente el juzgar por apariencias o formas de vestir. Lo que los agresores no sabían que se trataba de un joven que ingresara a la Universidad de la República, hijo de una familia que veraneaba en Pinares. Lo pasaron por arriba con un cuatriciclo y logró escapar de la muerte por milagro. Otro hecho de justicia por mano propia que afecta a un inocente.
LA HISTORIA CONTADA POR EL PADRE
Mi nombre es Pablo Romero García. Soy profesor de Filosofía y docente de Ética en la Universidad Claeh. Tengo un posgrado en Política y Gestión de la Educación y actualmente soy Asesor en materia educativa en la ANEP. Tengo cinco hijos, cuyas edades oscilan entre los 26 y los 4 años.
Ayer, sábado 5 de febrero, golpearon, amenazaron de muerte, hurtaron e intentaron secuestrar y matar con un cuatriciclo, provocándole heridas cortantes en sus piernas, a mi hijo de 18 años.
¿Alguien podría decirnos en qué lugar de nuestra legislación se señala que si ves caminando por la calle a alguien que presumís podría ser un ladrón se tiene el derecho legal de agredirlo, secuestrarlo, hurtarlo, amenazarlo de muerte o incluso matarlo? Le decimos que es un disparate lo que está diciendo y los agentes intervinientes nos solicitan que no dialoguemos entre las partes.
Un punto aparte también lo merece el comentario final que nos realiza la mujer policía del 911 Maldonado que intervino. Antes de subirse al móvil y previo a indicarnos los pasos a seguir, nos comenta que “hay muchos robos en la zona y que por eso la reacción, que errar es humano”. Saque ustedes sus propias conclusiones respecto del comentario que recibimos en tal situación. Apenas se retiró la policia, nos dirigimos al Sanatario Mautone, donde constataron las lesiones sufridas por mi hijo. Con dicha constancia médica concurrimos a la Seccional 1 de Maldonado a terminar de efectivizar la denuncia policial, solicitando sea con instancia penal. El número de denuncia es el 14263634.
Y lo hago público porque entiendo que la situación vivida tiene, por sus particulares características, un interés que trasciende el interés familiar, privado, de que se haga justicia por lo que padeció mi hijo, quien salvó su vida por muy poco y quien hoy ni siquiera ha salido de su cuarto. Evidentemente, le quedarán secuelas que esperemos pueda superar lo más pronto posible y del mejor modo posible. Mi hijo fue golpeado, acusado erróneamente de ser un delincuente por quienes terminan obrando como tales, amenazado de recibir disparos, ser muerto y su cuerpo arrojado a una zanja, fue hurtado (le robaron su buzo y su gorrita, justamente aquellos elementos que sus agresores dieron por suficiente como para incriminarlo por la apariencia que le daba), le rompieron sus celular, intentaron secuestrar y lo intentaron matar atropellándolo con un cuatriciclo.
Y luego le dieron 3500 pesos para que se sintiera recompensado y no hablara de la situación. Y yo amedrentado con que la denuncia no tendría efecto alguno pues tenían alguna especie de inmunidad diplomática. Mi hijo podría haber sido cualquiera de sus hijos.
Cualquier adolescente que use gorro de visera y capucha. Y que se cruce con sujetos cuya concepción esgrimida es que estaban en lo correcto si hubiese sido el caso de que efectivamente era un ladrón, porque la ley los amparaba. ¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿Cómo es posible que cinco hombres, una manada de violentos que creen que tienen una ley aparte que les permite actuar como quieran, hagan lo que hicieron con mi hijo de 18 años recién cumplidos?
¿Cómo es posible construir una sociedad sana y segura, donde nuestros hijos no tengan miedo -ese que le ha quedado ahora a mi hijo- de escuchar rap y vestirse con gorrita de visera, so pena de poder ser considerado un sujeto con “apariencia delictiva” y quedar expuesto a hechos tan graves como los que vivió mi hijo? Solo cabe esperar que les caiga el debido peso de la ley, que sea ejemplarizante, que la señal sea clara y contundente. Hemos indicado al momento de la denuncia policial la importancia de revisar las cámaras de la zona como testimonio de los hechos acaecidos. No hemos tenido respuesta. Los propios agresores han indicado que ellos tienen cámaras de vigilancia, las que incluso podrían haber registrado el inicio y final de esta situación.
Y la zona de la rotonda, donde mi hijo fue atropellado, son elementos que corroborarán los que los propios involucrados ya nos admitieron, pero que aún no lo han hecho ante la ley, porque ninguno ha sido detenido y están al lado nuestro. Esperemos que la justicia actúe pronto, pues tenemos pegados a los agresores y no sabemos cómo podrán actuar, visto lo que ya son capaces de hacer. Foto archivo ilustrativa.