La Sirena en Guam
Una de las leyendas de sirenas más populares del océano pacífico relata la historia de la familia Chamorro que vivía en la ciudad de Hagatna, Guam. Ellos tenían magia corriendo por sus venas y todo lo que decían se convertía en realidad.
Con los años, en el seno de esa familia nació una niña llamada Sirena, que no amaba nada más que nadar. Pasaba todo el tiempo jugando y nadando en el río Hagatna.
Su obsesión por el agua era tal, que aunque su madre le pidió que hiciera un recado urgente para ella, Sirena lo olvidó y pasó horas en el agua del río, disfrutando del agua. Su madre esperaba impaciente que Sirena volviera, mientras hacía compañía a la abuela de la pequeña que estaba de visita. La madre de Sirena sabía que su hija estaba perdiendo el tiempo en el agua, ignorando completamente sus necesidades.
Preocupada y malhumorada por la ausencia de Sirena, su madre -por las venas de la cual también corría la magia- gritó:
«¡YA QUE SIRENA AMA EL AGUA MÁS QUE NADA EN EL MUNDO, BIEN PODRÍA CONVERTIRSE EN PEZ!»
La abuela de la pequeña, consciente del poder que escondían esas palabras, trató de contrarrestarlas:
«DEJA QUE LA PARTE DE ELLA QUE ME PERTENECE PERMANEZCA HUMANA.»
Tras esto, Sirena -que permanecía ajena a lo que sucedía a en su casa- empezó a notar que su cuerpo cambiaba.
La parte inferior de su cuerpo empezó a cubrirse de escamas, sus pies se transformaron en aletas y, de pronto, ¡era medio pez, medio humana! ¡Una sirena!
Aunque, asustada, trató de abandonar el agua, su nuevo cuerpo no le permitía sobrevivir en tierra. La abuela de Sirena advirtió a su madre del poder de las palabras que había proferido y ambas salieron a buscar a la niña. Cuando llegaron, aunque la madre intentó deshacer el hechizo, nada pudo cambiar el que era el destino de Sirena.
Temerosa de que alguien la descubriera y quisiera capturarla, Sirena dedicó una dura despedida a su madre:
«MAMÁ, NO TE PREOCUPES POR MÍ, SOY UNA AMANTE DEL MAR AL QUE AMO INTENSAMENTE. PREFERIRÍA VOLVER A NUESTRO HOGAR CONTIGO.
SÉ QUE ESTABAS FURIOSA CUANDO ME MALDECISTE, PERO DESEARÍA QUE ME HUBIERAS CASTIGADO CON UNA VARA, ANTES QUE SER COMO SOY AHORA. MAMÁ, MÍRAME BIEN, PUES ESTA ES LA ÚLTIMA VEZ QUE NOS VEREMOS.»
Después de esto, Sirena se sumergió en el río y siguió el curso de este hasta el océano, para no volver a ser vista jamás por su familia, aunque algunos marineros aseguraban haberla visto.