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Argentina: El triste relato de una productora correntina ante los incendios.


 Marta, una criadora de corderos y terneros en Corrientes, expresó en sus redes un crudo relato de lo que se está viviendo en la provincia por los incendios de los campos, donde los animales se han quedado sin pasturas para alimentarse, al punto que no tendrá otra alternativa que venderlos a casi todos.


El relato completo de Marta: Ayer anduvimos recorriendo el quemado buscando a Josefina, mi vaca guacha con una palangana con grano y alfalfa. Nos vio y se acercó.

Comió todo y luego nos persiguió por casi tres kilómetros al trotecito, atrás de la chata, hasta la casa, con Bicho y Grandote, los novillos guachos. Quedaron en el corral, con buena agua y alfalfa. Entre la seca  y lo quemado no tienen nada para comer. Con el corazón roto habrá que vender casi toda la hacienda y subsistir hasta que el campo se reponga.

Es muy triste. Mi hija se sentó rodeada de las ovejas guachas, como 40. Acudieron a su llamado. Parte el alma saber que las vas a tener que vender a todas. Mucha tristeza y no poder largarte a llorar porque hay otros que se apoyan en vos. Todos destruidos. Anoche el fuego había cruzado la ruta de asfalto y seguía imparable rumbo norte. Por el este puede ser que frene el río Miriñay, un poco más al norte el Yaguarí, si no cambia el viento sur. Pero va dejando todo negro a su paso. Los productores unidos luchando contra el fuego. Los bomberos, sobrepasados. 

Uno veía por TV los incendios en California y pensaba, ¿cómo puede pasar una cosa así? Pero pasa. Corrientes había empezado a producir, mucha forestación en suelos improductivos, aserraderos, parques industriales en construcción y gobierno opositor. Como todos los años, llegaron las vacaciones y muchos turistas por el pago. Y prendieron fuego. Y muchos inadaptados, irresponsables, que conociendo del tema, no han acatado las prohibiciones y siguieron quemando, basura, asados, osamentas. Total creen que con un “se nos escapó el fuego se arregla”. 

En nuestro caso, de 1.809 hectáreas productivas, con buen pasto de campo natural, con una carga de 0,60 vacas por hectárea con caballos y ovejas, con poca agua en tajamares pero con tanques australianos y bebederos, molinos y perforaciones, perdimos casi 1.500 hectáreas con monte nativo de espinillos. Por suerte y gracias a mi esposo que estaba en el campo cuando se desató el infierno y pudo abrir portones y cortar alambrados, no se encontraron animales muertos. Pero, ¿y la fauna natural? Perdices, liebres con lebreles en sus madrigueras, nidos de pájaros que siguen ardiendo, carpinchos chamuscados, zorrinos, vizcachas que sacan a las crías muertas de sus cuevas… Desastre económico y ecológico, grave daño ambiental, impotencia y pena. Gracias por tomarse el tiempo de leer, necesitaba descargar un poco la inmensa tristeza que tengo, que tiene mi familia.

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